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lunes, 5 de mayo de 2008

Un tubo volcánico de dos kilómetros recorre el subsuelo de Santa Cruz de Tenerife

Cuando en octubre de 2005, los obreros que construían el centro sociocultural de El Cabo tuvieron que parar al toparse inesperadamente con un tubo volcánico, el concejal de Infraestructuras y Obras del Ayuntamiento capitalino, Norberto Plasencia, tuvo especial cuidado en precisar: "No se trata de un descubrimiento arqueológico, para que la gente no se confunda. Es un tubo volcánico, por el que tenemos que recalcular la cimentación. Nada más". El hallazgo minimizado de esta cueva subterránea en pleno barrio de Buenos Aires no era, ni mucho menos, el primero de esta naturaleza que se producía en una obra de la capital tinerfeña, aunque sí fue de los pocos que llegaron a los medios de comunicación antes de que el constructor de turno cortara por lo sano y tapara el hueco con silencio y hormigón.
El País publicaba en 1999 que un tubo volcánico había aparecido bajo un solar anexo a la sede de la Policía Local, en la avenida Tres de Mayo. Y episodios similares ocurrieron antes y después sin que trascendieran a la opinión pública en lugares como Somosierra, la cárcel antigua, los alrededores del parque de La Granja, los de la estación de guaguas y en otros muchos puntos de Cabo Llanos. El último es muy reciente y ocurrió hace unos días cuando una constructora hacía los trabajos previos para levantar un nuevo edificio justo debajo de la piscina Acidalio Lorenzo. ¿Qué se esconde verdaderamente en las entrañas de la ciudad? ¿Se trata de hallazgos sin ningún interés científico ni relación entre sí o guardan secretos nunca conocidos hasta ahora?
La zona de expansión del nuevo Santa Cruz oculta bajo tierra un gran tubo volcánico con múltiples ramificaciones que no ha podido ser estudiado convenientemente ni por los geólogos ni por los espeleólogos, aunque muchos saben que está ahí y que es extraordinario. Según algunas estimaciones, la cavidad podría medir más de dos kilómetros y albergar restos fósiles de especies que se extinguieron, invertebrados desconocidos e incluso restos aborígenes de mucho valor. Juan Jesús Coello, geólogo y profesor de la Universidad de La Laguna, admite que "este tubo es conocido por la comunidad científica, pero no se ha podido investigar". Según él, "sería muy interesante poder estudiarlo", aunque si como se teme está en tan malas condiciones, las probabilidades de encontrar algo relevante "disminuirían". Seguiría siendo de gran interés incluso a pesar de que Santa Cruz, junto con Icod de los Vinos, es el municipio de Tenerife con mayor número de tubos de lava y a pesar de la existencia de decenas de ellos por todas las Islas, principalmente en Lanzarote. Muy pocos alcanzan el tamaño que se sospecha tiene éste ni poseen una boca tan abierta y accesible.
Jaime Álvarez es uno de los responsables de la Federación Canaria de Espeleología y también conoce su existencia. "Algunos compañeros han accedido a tramos de este tubo no sin grandes dificultades. Es imposible recorrerlo en toda su extensión porque está bloqueado en muchos tramos por barreras de cemento que proceden de las obras en superficie. Hay que tener en cuenta que gran parte recorre la nueva zona de expansión de la ciudad". "Es una cavidad muy atractiva, pero por lo que sabemos está en malas condiciones", dice, para añadir: "Bastaría con dejar a los expertos inspeccionarla durante unos días para saber qué puede esconder, pero lo que suele ocurrir es que los responsables de las obras que se topan con ella se callan, arrojan cemento, la taponan y siguen adelante".
Esta gran arteria volcánica recorre el estómago de Santa Cruz y asciende, hasta donde se sabe, un poco más allá de la cervecera. El punto costero en el que muere es apenas conocido porque se encuentra dentro de las instalaciones privadas de Cepsa. Así lo confirmaron ex operarios de la Refinería, algunos de los cuales aseguraron haberse adentrado unas decenas de metros. Precisaron que actualmente "está tapada" y que mucho antes de que se ampliara la Refinería, cuando estaba al alcance de cualquiera, llegó a ser habilitada como refugio, primero ante los ataques piratas en el litoral santacrucero y, después, ante el riesgo de bombardeos durante la Guerra Civil que nunca se produjeron.
Hoy esta joya construida por las sucesivas erupciones que formaron Tenerife es pasto de las aguas residuales que se filtran a su interior, de la mano del hombre, del miedo a que una petición de investigación pare una obra y de derrumbes naturales, pero en sus tiempos fue muchas cosas, además de lugar donde poder cobijarse de las bombas. Algunos de los curiosos que entraron a la boca han visto en las paredes moldeadas por la lava restos de estructuras metálicas que sirvieron antiguamente para tensar sogas. Esto explica que esta parte del tubo volcánico fuera conocida como la cueva de Las Sogas.
A criterio de geólogos y espeleólogos canarios, buenos conocedores de estas cavernas características de las tierras volcánicas, podría haber alguna que otra sorpresa más en esta inmensidad negra, aunque lamentan que sólo puedan hacerse conjeturas. Por ejemplo, creen que es probable que hubiera en la boca restos aborígenes, pues las cuevas costeras de determinadas zonas servían de guarida a los guanches o como lugar para enterramientos. Algunos restos podrían seguir ahí si resistieron, sobre todo, al expolio.
Nos está catalogado
Pero, sobre todo ha llamado la atención de algunos expertos consultados por este diario que el gran tubo, como otros de menores dimensiones que horadan los fondos de la capital tinerfeña, no haya sido catalogado ni localizado con exactitud por las administraciones para tenerlo en cuenta en el desarrollo urbanístico. Las incidencias sobre obras de construcción a lo largo de las últimas décadas han sido múltiples. La mayoría de las veces, el hallazgo sólo provocó la detención momentánea de los trabajos y, a lo sumo, algunas modificaciones en el proyecto original para asegurar la solidez de la base, bajo la creencia de que allí abajo no hay nada de interés y de que lo poco que puede haber se ha perdido.
Lo ocurrido recientemente en un solar en obras de la avenida Tres de Mayo no será el último episodio. Pero las grutas serpenteantes que se esconden debajo justo de Santa Cruz sólo reaparecerán cuando una pala mecánica vuelva a dar con ellas o cuando un accidente las desnude. Entonces, el mutismo volverá como casi siempre a rodear el caso, los constructores echarán rápidamente cemento y las historias del tubo quedarán acalladas en la oscuridad eterna.
¿Qué es un tubo volcánico?
Son túneles formados en el interior de coladas lávicas mientras éstas fluyen. La superficie de la colada, al entrar en contacto con el aire (que está mucho más frío) se solidifica creando un excelente aislante térmico para que el flujo de lava líquida pueda mantener su temperatura en el subsuelo. Esto es un mecanismo muy corriente en la mayoría de coladas basálticas. La costra de lava solidificada en contacto con el aire exterior se convertirá en el techo del tubo volcánico, cuyo espacio aéreo se irá creando conforme disminuya el volumen del flujo lávico. Dependiendo del tiempo que esté activo, la gruta adquirirá mayores dimensiones internas y complejidad morfológica, pudiendo formar una sola galería o verdaderos laberintos de redes interconectadas, con dimensiones desde unos pocos centímetros hasta decenas de metros de altura.
Los mayores tubos del mundo
El mayor se encuentra en Hawai. Se llama Kazumura. Mide unos 65 kilómetros, tiene 1.100 m de desnivel y se localiza en la falda este del volcán Kilauea. El segundo más grande se encuentra precisamente en el norte de Tenerife, en el municipio de Icod de los Vinos. La llamada Cueva del Viento mide más de 18 kilómetros y tiene unos 480 m. de desnivel.
Las cuevas de Canarias
Existen decenas de tubos volcánicos localizados y explorados en toda Canarias, principalmente en Lanzarote, Tenerife y La Palma. Además del segundo más grande del mundo, la Cueva del Viento, los otros más significativos de las Islas son Cueva de los Verdes (6 km.) y los Jameos del Agua, en Lanzarote. Estas cavidades tienen un desarrollo irregular y en algunos sectores se estrechan, pero en otros se ensanchan.
El gran tubo de Santa Cruz
El que se encuentra bajo Cabo Llanos es un gran tubo, que puede superar los 2 kilómetros, y que probablemente se ramifica como un río. Hay otros tubos volcánicos de menores dimensiones bajo la capital, como el hallado bajo el templo masónico de la calle San Lucas y que era aprovechado para la realización de rituales de iniciación. La principal cavidad arrancaría de la zona de la cervecera, hasta donde se sabe, y descendería por Cabo Llanos hasta morir en las instalaciones de Cepsa.

Fuente: La Opinión de Tenerife
Foto: Tubo volcánico de la cueva de San Miguel en Icod

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