En el siglo XV, durante la conquista de Canarias, los guanches tenían una elevada esperanza de vida, superior a la de muchas poblaciones europeas y norteafricanas de la época, pese a que la endogamia provocaba una alta frecuencia de malformaciones congénitas, especialmente en la columna vertebral, y también otras enfermedades.
Esta es una de las conclusiones de "Guanches. Una historia bioantropológica", una publicación del director del Instituto Canario de Bioantropología, Conrado Rodríguez Martín, y de la bióloga del mismo centro Mercedes Martín, que recoge el trabajo realizado en los últimos veinte años por dicha institución y por el Museo Arqueológico de Tenerife.
Según indica Conrado Rodríguez en una entrevista a Efe, la obra se centra en los habitantes prehispánicos de Tenerife y por lo tanto los datos no son extrapolables a las poblaciones de las demás islas del Archipiélago, pues cada una constituía "un mundo en sí misma".
Incluso dentro de la isla de Tenerife había diferencias muy notorias en cuanto a los parámetros físico-antropológicos, bioarqueológicos y patológicos, lo que muestra que existía aislamiento no sólo entre islas, sino otro, no tan marcado, de tipo "intrainsular", aunque ello no significa que no existiera intercambio poblacional dentro de la isla.
Pero en la obra, editada por el Organismo Autónomo de Museos y Centros del Cabildo de Tenerife (Canarias Arqueológica-Monografías), además de recopilar las investigaciones realizadas hasta la fecha sobre la población guanche se incluyen datos nuevos "que ven aquí la luz por vez primera".
Conrado Rodríguez explica que la elevada esperanza de vida de los guanches, de algo más de 30 años, llama la atención si se compara con las poblaciones del entorno, y subraya que en el menceyato de Tegueste, quizás el de mejores condiciones de habitabilidad de la isla, llegaba a los 34 años.
Sin embargo la población del interior de las montañas de Anaga tenía una esperanza de vida de algo menos de 20 años.
Según los estudios de los diversos investigadores recopilados en la obra, al inicio de la conquista la población guanche pudo situarse entre los 15.000 y los 25.000 habitantes.
Los guanches vivieron en la isla durante más de 2.000 años, tanto como los que han pasado desde el nacimiento de Cristo, y lo que se pretende con la publicación es un acercamiento "lo más cabal posible sobre aquella gente, cómo se adaptó a la isla y cómo hicieron uso de ella a lo largo de ese período de tiempo".
Desde un punto de vista físico el prototipo guanche era "más o menos similar" a los habitantes del norte de África y sur de Europa, con una estatura media de 1,70 centímetros para los varones y 1,60 para las mujeres, también superior a la de muchas poblaciones de la época.
La dieta guanche variaba según el territorio y el estrato social, y se observa en el norte de Tenerife un mayor consumo de vegetales que en el sur, especialmente en los menceyatos de Tacoronte y Taoro, con un destacado papel de la agricultura y la recolección de plantas silvestres.
Sin embargo, también llama la atención el bajo consumo de peces y mariscos que, según los análisis de reconstrucción química de la dieta, podrían ser considerados sólo como un complemento nutricional, como también podría serlo en el caso de la ingesta de aves, perros, felinos y lagartos, entre otros animales.
Es evidente, añade Conrado Rodríguez, que en el norte de la isla había más dificultades para la ganadería, lo que conllevaba invasiones en la zona sur con combates, como demuestra la alta frecuencia de fracturas craneales, en los que de alguna manera también intervenían las mujeres.
Debido al ambiente, las actividades físicas y el aislamiento, no sorprende la alta prevalencia de entesopatías, hernias discales intraesponjosas, enfermedades articulares degenerativas y osteocondritis disecante, unas patologías usuales desde edades tempranas en una vida marcada por el esfuerzo físico constante.
En cuanto a enfermedades bacterianas, parece que la tuberculosis pudo estar presente en la isla antes del contacto con los europeos, pues existen casos cuyas características morfológicas así parecen confirmarlo.
Además, como la tuberculosis ósea representa sólo entre el 5 y el 15 por ciento de la enfermedad, por lo que parece lógico pensar que también existió a nivel pulmonar y posiblemente, renal, aunque sin un gran impacto en la población.
Lo que parece claro es la total ausencia de enfemedades como la lepra, la brucelosis y la treponematosis, y raramente parece que hubiera tumores, sobre todo los malignos.
También parece claro que había una alta frecuencia de caries dental, sobre todo en el norte de la isla por el mayor consumo de carbohidratos, y asimismo se constata la pérdida de piezas dentales por sarro y enfermedades periodontales.
En la publicación se recopilan de forma exhaustiva las investigaciones realizadas sobre las enfermedades de los guanches, la terapéutica aborigen, la conservación de los enterramientos canarios, la dieta, la vida cotidiana, las variaciones epigenéticas y marcadores moleculares, y se repasa la historia de la antropología física de Canarias y las descripciones físicas de los guanches.
También incluye bibliografía con los trabajos llevados a cabo sobre esta materia en el archipiélago en los últimos 30 años.
[Fuente: El Día]
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