Con el mendaz argumento de la globalización de la crisis económica, los gobiernos territoriales excusan sus nulas o escasas iniciativas para no hacer un replanteamiento de la actual distribución de la riqueza que evite que la cuerda corrediza de la exclusión social acabe por estrangular a las clases populares. La denominada crisis económica, se traduce en un descenso de los ingentes ingresos que el salvaje neoliberalismo ha venido acumulando durante muchos años como consecuencia de su propia y frenética avaricia, y de ahí que los gobiernos y el mundo de las finanzas radicalicen ahora aquélla vieja fórmula por la que el descenso de sus superávit, deba ser de inmediato recuperado y compensado, elevando la productividad laboral con inferior mano de obra, congelando salarios y mermando los derechos laborales.
Nuevamente, a Canarias y a sus trabajadores les corresponde en ese contexto de “ajustes” asumir el papel de carne de cañón o de “astarios”, quienes, en las antiguas legiones romanas y por su condición de pobres, ocupaban la primera línea de combate frente al adversario. De hecho, desde antes de iniciada la actual crisis, los canarios ya ocupábamos, el primer puesto en negativo de todos los estudios económicos y sociológicos, para ser “distinguidos” con el último lugar en cuanto al nivel de bienestar social en relación a los españoles o europeos.
Los peores salarios, las jornadas laborales más largas, los peores índices de pobreza, o los efectos de los deficientes servicios públicos que, como en los casos de la sanidad o la educación, llevan a nuestra población a ser la más enferma y condena a nuestro jóvenes al mayor nivel de fracaso escolar del Estado, no forman parte del teoricismo victimista, sino de la realidad ignorada por gobiernos y agentes sociales que para no verse obligados a cuestionar su españolismo y complicidad con el sistema, insisten en imponer una uniformidad inexistente y una dependencia política de Madrid a todas luces anacrónica e insostenible.
Sin necesidad de recurrir a los manuales económicos ya establecidos, el análisis sobre la secular marginalidad de los trabajadores canarios, se hace obligado en este Primero de Mayo. Para comenzar, podríamos abordar la primera contradicción como es que con un mayor nivel de desarrollo económico, ello no se haya traducido en un mejor nivel de vida de los trabajadores y las clases populares canarias. O si se prefiere, cómo es que los trabajadores del Archipiélago no mejoren sus condiciones laborales y salariales para homologarles a sus homónimos españoles. Algo tendrán que decir los gobiernos de Zapatero y Paulino Rivero sobre el perverso reparto de la riqueza que se realiza en Canarias, y también, algo tendrán que apuntar los sindicatos CC.OO y UGT cuando, contrariamente a lo que hacen en las comunidades españolas, consensúan con la patronal canaria la mayor parte de los discriminativos Convenios Colectivos que sumergen a los trabajadores canarios en las peores condiciones laborales del Estado.
Nuestro Primero de Mayo, por tanto, marca distancias de un Gobierno como el de Coalición Canaria y el PP que, intencionadamente, olvida sus obligaciones para con la mayoría social, haciendo de la gestión y financiación de las competencias cedidas por el Estado un procedimiento mantenido de enriquecimiento de la minoría social de siempre. Pero igualmente, no puede ser coincidente con aquellos otros que, hipócritamente pretenden montar una ficticia unidad en el día de los trabajadores, cuando su práctica sindical durante todo el año, dista mucho de ser una coherente posición frente a la injusticia social, colocándose del lado de la egoísta patronal y de los sectores gubernamentales con sedes en Madrid o Canarias. No vamos a dejar de expresar el hecho cierto de que CC.OO, UGT continúe estableciendo durante todo el año, estrategias de acción conjunta con la patronal y el Gobierno Canario para repartirse los ámbitos de representación sindical con el único objetivo de liquidar la presencia de Intersindical Canaria en los centros de trabajo.
En este Primero de Mayo, Intersindical Canaria mantiene intactos sus principios nacionales y de clase, incluso ahora reforzados ante la crisis que castiga con especial dureza a los trabajadores del Archipiélago. No puede ser de otra forma cuando ni una sola de las medidas desarrolladas en todos estos años atrás por los gobiernos y pactadas con los denominados agentes sociales, no ha traído consigo cambio alguno en una situación que hoy ya se aventura como especialmente trágica para las clases populares de nuestra nación canaria. Este agotado e injusto modelo socioeconómico, obligatoriamente, tiene que dar paso a un replanteamiento total de sus estructuras para propiciar líneas de acción en las que los canarios establezcamos nuestros propios causes de decisión laboral política y social. Un propio marco de relaciones laborales, una política de justicia social y reparto equitativo de la riqueza para su población, un desarrollo económico conciliado con nuestro patrimonio natural y acorde con las necesidades de nuestra comunidad, o una regulación poblacional y de residencia que frene la actual depredación territorial a la que se somete a nuestra patria.
Dicho más claramente: romper con todas aquellas ataduras seculares con los poderes de decisión foráneos que, como el español, limitan nuestro desarrollo y mantienen nuestros actuales y suicidas niveles de dependencia. Es ese y no otro, el contenido del ejercicio de la Soberanía de Canarias que, junto a la dignificación de los derechos laborales, reivindica Intersindical Canaria este Primero de Mayo.
Nuevamente, a Canarias y a sus trabajadores les corresponde en ese contexto de “ajustes” asumir el papel de carne de cañón o de “astarios”, quienes, en las antiguas legiones romanas y por su condición de pobres, ocupaban la primera línea de combate frente al adversario. De hecho, desde antes de iniciada la actual crisis, los canarios ya ocupábamos, el primer puesto en negativo de todos los estudios económicos y sociológicos, para ser “distinguidos” con el último lugar en cuanto al nivel de bienestar social en relación a los españoles o europeos.
Los peores salarios, las jornadas laborales más largas, los peores índices de pobreza, o los efectos de los deficientes servicios públicos que, como en los casos de la sanidad o la educación, llevan a nuestra población a ser la más enferma y condena a nuestro jóvenes al mayor nivel de fracaso escolar del Estado, no forman parte del teoricismo victimista, sino de la realidad ignorada por gobiernos y agentes sociales que para no verse obligados a cuestionar su españolismo y complicidad con el sistema, insisten en imponer una uniformidad inexistente y una dependencia política de Madrid a todas luces anacrónica e insostenible.
Sin necesidad de recurrir a los manuales económicos ya establecidos, el análisis sobre la secular marginalidad de los trabajadores canarios, se hace obligado en este Primero de Mayo. Para comenzar, podríamos abordar la primera contradicción como es que con un mayor nivel de desarrollo económico, ello no se haya traducido en un mejor nivel de vida de los trabajadores y las clases populares canarias. O si se prefiere, cómo es que los trabajadores del Archipiélago no mejoren sus condiciones laborales y salariales para homologarles a sus homónimos españoles. Algo tendrán que decir los gobiernos de Zapatero y Paulino Rivero sobre el perverso reparto de la riqueza que se realiza en Canarias, y también, algo tendrán que apuntar los sindicatos CC.OO y UGT cuando, contrariamente a lo que hacen en las comunidades españolas, consensúan con la patronal canaria la mayor parte de los discriminativos Convenios Colectivos que sumergen a los trabajadores canarios en las peores condiciones laborales del Estado.
Nuestro Primero de Mayo, por tanto, marca distancias de un Gobierno como el de Coalición Canaria y el PP que, intencionadamente, olvida sus obligaciones para con la mayoría social, haciendo de la gestión y financiación de las competencias cedidas por el Estado un procedimiento mantenido de enriquecimiento de la minoría social de siempre. Pero igualmente, no puede ser coincidente con aquellos otros que, hipócritamente pretenden montar una ficticia unidad en el día de los trabajadores, cuando su práctica sindical durante todo el año, dista mucho de ser una coherente posición frente a la injusticia social, colocándose del lado de la egoísta patronal y de los sectores gubernamentales con sedes en Madrid o Canarias. No vamos a dejar de expresar el hecho cierto de que CC.OO, UGT continúe estableciendo durante todo el año, estrategias de acción conjunta con la patronal y el Gobierno Canario para repartirse los ámbitos de representación sindical con el único objetivo de liquidar la presencia de Intersindical Canaria en los centros de trabajo.
En este Primero de Mayo, Intersindical Canaria mantiene intactos sus principios nacionales y de clase, incluso ahora reforzados ante la crisis que castiga con especial dureza a los trabajadores del Archipiélago. No puede ser de otra forma cuando ni una sola de las medidas desarrolladas en todos estos años atrás por los gobiernos y pactadas con los denominados agentes sociales, no ha traído consigo cambio alguno en una situación que hoy ya se aventura como especialmente trágica para las clases populares de nuestra nación canaria. Este agotado e injusto modelo socioeconómico, obligatoriamente, tiene que dar paso a un replanteamiento total de sus estructuras para propiciar líneas de acción en las que los canarios establezcamos nuestros propios causes de decisión laboral política y social. Un propio marco de relaciones laborales, una política de justicia social y reparto equitativo de la riqueza para su población, un desarrollo económico conciliado con nuestro patrimonio natural y acorde con las necesidades de nuestra comunidad, o una regulación poblacional y de residencia que frene la actual depredación territorial a la que se somete a nuestra patria.
Dicho más claramente: romper con todas aquellas ataduras seculares con los poderes de decisión foráneos que, como el español, limitan nuestro desarrollo y mantienen nuestros actuales y suicidas niveles de dependencia. Es ese y no otro, el contenido del ejercicio de la Soberanía de Canarias que, junto a la dignificación de los derechos laborales, reivindica Intersindical Canaria este Primero de Mayo.
Jaime Bethencourt Rodríguez
Delegado de Intersindical Canaria
Delegado de Intersindical Canaria
Ver los actos del 1º de Mayo en Canarias de IC-FSOC