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miércoles, 1 de agosto de 2007

Editorial de La Opinión de Tenerife: ¿La culpa fue del viento?

Las autoridades de Canarias y de Tenerife decían ayer que la magnitud del incendio que arrasa la corona forestal de la Isla es culpa de la falta de responsabilidad, del viento y del calor. Se han apresurado, también, a anunciar -como no podía ser menos- ayudas económicas para que los afectados puedan hacer frente a la catástrofe. Y han pedido a los vecinos "paciencia y comprensión" ante un incendio que los ha desalojado de sus casas, a las que muchos, desgraciadamente, no podrán volver. Demasiado sencillo. Demasiado fácil.
Es demasiado sencillo apelar a la comprensión de quienes lo han perdido casi todo, de los que en estos momentos están demasiado aturdidos, abatidos y desesperados como para pensar en otra cosa que en las viviendas quemadas, los recuerdos calcinados, los animales muertos o el futuro más inmediato de dónde dormir, qué comer, con qué vestirse al día siguiente.
Es demasiado fácil culpar a los elementos, al calor y al viento, para dar por perdida la batalla contra el fuego. Es cierto que las condiciones climatológicas agravan la magnitud de la catástrofe que se ceba en el Norte de Tenerife, pero no son el origen del incendio forestal. No hablaron, por supuesto, de la pinocha que bajo los pinos -porque la normativa prohíbe al campesino retirarla y la desidia la acumula- se transforma, cada día que pasa, en combustible idóneo para transformar el conato en tragedia.
Desde hace una década, Los Realejos sufre, año tras año, cada mes de julio de cada año, un conato de incendio de un pirómano -o de varios- con vocación de pasar a la posteridad por haber sido el causante de la mayor catástrofe forestal de Tenerife. Año tras año los conatos no han tenido mayores consecuencias. Ha habido suerte. Hasta ahora. El pirómano -o los pirómanos- también han tenido suerte. Nadie ha sido capaz de identificarlo. Ni de detenerlo. Lo decía Ricardo Melchior ayer mismo: "no podemos vigilar al sospechoso las 24 horas del día". Otra vez se da por perdida la batalla.
Tanto el presidente del Cabildo de Tenerife como Paulino Rivero hablaron ayer, en su comparecencia ante los medios, de "falta de responsabilidad". En indefinida y neutra culpabilidad de alguien sin concretar, por más que, en los últimos meses, han buscado culpables más allá de nuestras fronteras para cualquier acontecimiento que se produce en Canarias. No queremos nosotros buscar culpables. Ya está el daño hecho. Ya la tragedia se ha consumado. Ya la catástrofe se ha cebado sobre la naturaleza de Tenerife y de Canarias. Pero las responsabilidades que debemos exigir, las respuestas que el ciudadano demanda, ¿también se esfumarán como el humo y se las llevará el viento?
Fuente: La Opinión de Tenerife

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