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sábado, 8 de marzo de 2008

La Universidad de La Laguna busca el origen de los antiguos canarios en el ADN

El origen de los habitantes de Canarias se mantiene aún como un misterio aunque las tesis científicas aseguran que hay datos que pueden verificar que procedían de los bereberes del norte de África. Sin embargo, la prueba del ADN no ha logrado aún descifrar este misterio. El profesor del Área de Genética de la Universidad de La Laguna (ULL), José María Larruga Riera, ha participado en un estudio de ADN en poblaciones humanas canarias y explica que se ha encontrado unos haplotipos (que es la constitución genética de un cromosoma individual) específico de los canarios pues se ha encontrado en los aborígenes y en los actuales pero que no existe en otros lugares del mundo.
Estos haplotipos se denominan U6b1 y están presente entre el 40 y el 70 por ciento del ADN mitocondrial de los canarios, "lo que no podría equipararse a porcentaje de canarios con origen guanche u otras comparaciones similares", insiste el profesor y remarca que este haplogrupo sirve para poder buscar, por medio de técnicas genéticas, de dónde procedían los primeros pobladores de las Islas. Sin embargo, aunque se tenga la clave genética los investigadores de la ULL no han logrado encontrar ese origen. "Hemos hecho estudios en miles de muestras de bereberes, mauritanos...y otras poblaciones y no hemos encontrado aún el U6b1" que, curiosamente, se encuentra en canarios de todas las islas. Ante esto, la incógnita sigue abierta y es posible que no se cierre nunca porque "puede ser que ese grupo de haplotipos se haya perdido", remarca el investigador.
Para llegar a estos datos, la ULL ha hecho un completo estudio utilizando restos humanos de las momias aborígenes que se han hallado en distintos yacimientos de las Islas. También se ha estudiado ADN de la población actual y extraído de restos humanos de los siglos XVII y XVIII que se obtuvieron del cementerio que se encontró en la iglesia de la Concepción en La Laguna y que se descubrió con el inicio de las obras de reforma de este edificio.
En general, el ADN que se utiliza se extrae de los dientes que es donde mejor se conserva. Luego, se amplifica y se secuencia para poder comprobar las características que tiene para, posteriormente, comparar entre las distintas muestras. En estos casos, se comprobó que en los tres grupos estudiados (aborígenes, siglo XVII-XVIII y actuales) había los mismos haplotipos, algunos que también están presentes en la cuenca mediterránea y otros como el específico.
Fuente: La Opinión de Tenerife

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