Al leer con atención el artículo de Alfonso González Jerez sobre los movimientos sociales en Tenerife en los últimos años, he de admitir que, si bien coincido con algunos de sus análisis, no comparto otros. Cómo no iba estar de acuerdo con factores que usted señala, si yo mismo los publiqué en el 2006 en el libro dirigido por el sociólogo Pedro Ibarra, La red en la encrucijada, con el artículo Oportunidad y significado en la protesta social tinerfeña. En Tenerife, desde las grandes manifestaciones contra la guerra y contra los radares, con inflexión decidida en la manifestación de Vilaflor, podríamos decir que el movimiento social tinerfeño logró redefinir un espacio de confrontación amplio, que obligó a maniobrar a las instituciones y a los partidos del sistema. Así, la victoria de Vilaflor abrió enormes expectativas en quienes se movilizaron posteriormente, otorgándoles credibilidad en una de sus dimensiones y estrategias de enmarcamiento de significado más relevantes. Además, en la percepción social de una posibilidad de éxito resonaban las fisuras que el movimiento sosial logró abrir en las instituciones y los partidos principales, descolocándolos momentáneamente. La división de las élites es un factor de oportunidad.
Que un movimiento social se presente a las elecciones no es una novedad. En algunos contextos europeos y mundiales ha constituido una necesidad. ¿Que no es fácil? Cierto. ¿Que hay que experimentar? También es cierto. Nosotros, los otros, difícilmente nos vamos a ir para casa a practicar un nihilismo propio de observadores profesionales. Seguiremos resolviendo dilemas, conscientes de que no siempre se dirimen a gusto de todos. Por ello, donde usted ve fieras discusiones violentas y minorías derrotadas, otros ven un dilema más.
No debemos olvidar que coordinar, mantener y dotar de significado a la acción colectiva es la tarea más determinante del movimiento social. Recuperar el protagonismo de la acción colectiva puede ofrecer multitud de perspectivas y se entablan polémicas y controversias. ¿Acaso no es esa la naturaleza misma de la política, entendida ésta como interacción constante? En Asamblea por Tenerife (APT) nadie salió con la sensación de minoría derrotada, ya que había un acuerdo tácito y mayoritario en respetar su autonomía. Y mucho menos los nacionalistas de izquierda de Alternativa Popular Canaria (APC), que jamás hicieron la propuesta que usted señala, de convertir APT en partido electoral. O le falta información, o la truca para salvar la coherencia argumentativa. El debate electoral principal se situó en un escenario paralelo con la intención de articular la demanda de presentar una candidatura unitaria a las urnas. Ahí hubo diversos puntos de vista y resultó lo que ya conocemos.
Una de las opciones de mayor rédito electoral, y que usted critica, Alternativa Sí se puede por Tenerife, se constituyó como un frente político unitario en el que se agrupan diferentes opciones de la izquierda tinerfeña: comunistas, nacionalistas, anarquistas, socialdemócratas, sindicalistas varios, cristianismo de base, activistas de la solidaridad internacional, del ecologismo más activo de Canarias, del movimiento ciudadano, del feminismo, del movimiento gay, enseñantes y otros profesionales. Todo eso y más existe y cabe en Sí se puede. Había más espacio que ocupar, pero algunos antepusieron sus siglas y patrocinadores a formar parte de esta experiencia que, por cierto, amaga con extenderse al Archipiélago. Si a usted le parece poco sacar de la nada cinco concejales, e implantar agrupaciones en casi todos los municipios de la Isla, pues bien, es su opinión, pero debe ser bastante para quienes trabajan por la reconstrucción de la izquierda canaria. Tres concejales en Buenavista, con una media de edad de 22 años, son algo relevante para dicha tarea, aunque usted prefiera fijarse en Granadilla. Y es ahí donde mi perplejidad es total, ya que redime a lo que denomina izquierda comunista y nacionalista y grupos de ciudadanos, para criticar lo sucedido en este municipio.
Los que seguimos con asiduidad sus escritos sabemos que la ridiculización de todo lo que se mueve a la izquierda del PSOE es su tónica predilecta. Y permítame que le reconozca que, siendo yo un aludido, muchas veces me han hecho gracia los improperios que nos dedica. De tan satírica, hiriente y, sobre todo, árnica que es su crítica hacia todo fantasma que recorre o pudiera recorrer Tenerife, hasta provoca humor y eso es de agradecer. Pero, en fin, usted ha decidido redimir a sus muñecotes particulares y darles credibilidad y raciocinio, aunque sea para seguir criticando a todo lo que se mueve en la izquierda.
La casualidad electoral colocó a Sí se puede en una tesitura complicada en Granadilla y algunas personas de izquierda no entendieron que se optara por apear de la alcaldía al PSOE, llevando a cabo una experiencia de gobierno. La decisión no fue fácil, pero la cuestión está en observar si la izquierda debe seguir practicando estereotipos y aplicando etiquetajes infumables, o debe atender a los problemas reales de la gente real. Y lo real es que, quienes votaron a Sí se puede en Granadilla deseaban un cambio y no habrían entendido que, pudiéndolo hacer, no lo hicieran. Se antepuso el criterio de la gente del municipio. Se desalojó de la alcaldía al principal impulsor del puerto industrial. ¿O no es ese el deseo de cuatro años de movilizaciones? Hay personas a las que les duele este desalojo, pero más duelen 16 años de nepotismo. Suponer que el PSOE de Granadilla es una fuerza de izquierdas es mucho suponer. Formalizar un acuerdo sobre la base de la negativa al puerto industrial, a la regasificadora y favorable a un programa de actuación social y participativo, claramente ecológico, así como un compromiso para fiscalizar casos de corrupción -que ya está dando sus frutos- no es la revolución socialista, pero no está nada mal.
El tiempo dirá. Las críticas iniciales parecieron lógicas, pero los hechos están demostrando que, desde una perspectiva progresista, la decisión fue correcta, y si no, que se lo digan al presidente de la Autoridad Portuaria de Santa Cruz de Tenerife. En todo caso, lo que piensen los vecinos de Granadilla es relevante para Sí se puede y, desde luego, tiene más importancia que el hipotético espectro ideológico que, ahora, hábilmente usted redime del infierno literario.
Que un movimiento social se presente a las elecciones no es una novedad. En algunos contextos europeos y mundiales ha constituido una necesidad. ¿Que no es fácil? Cierto. ¿Que hay que experimentar? También es cierto. Nosotros, los otros, difícilmente nos vamos a ir para casa a practicar un nihilismo propio de observadores profesionales. Seguiremos resolviendo dilemas, conscientes de que no siempre se dirimen a gusto de todos. Por ello, donde usted ve fieras discusiones violentas y minorías derrotadas, otros ven un dilema más.
No debemos olvidar que coordinar, mantener y dotar de significado a la acción colectiva es la tarea más determinante del movimiento social. Recuperar el protagonismo de la acción colectiva puede ofrecer multitud de perspectivas y se entablan polémicas y controversias. ¿Acaso no es esa la naturaleza misma de la política, entendida ésta como interacción constante? En Asamblea por Tenerife (APT) nadie salió con la sensación de minoría derrotada, ya que había un acuerdo tácito y mayoritario en respetar su autonomía. Y mucho menos los nacionalistas de izquierda de Alternativa Popular Canaria (APC), que jamás hicieron la propuesta que usted señala, de convertir APT en partido electoral. O le falta información, o la truca para salvar la coherencia argumentativa. El debate electoral principal se situó en un escenario paralelo con la intención de articular la demanda de presentar una candidatura unitaria a las urnas. Ahí hubo diversos puntos de vista y resultó lo que ya conocemos.
Una de las opciones de mayor rédito electoral, y que usted critica, Alternativa Sí se puede por Tenerife, se constituyó como un frente político unitario en el que se agrupan diferentes opciones de la izquierda tinerfeña: comunistas, nacionalistas, anarquistas, socialdemócratas, sindicalistas varios, cristianismo de base, activistas de la solidaridad internacional, del ecologismo más activo de Canarias, del movimiento ciudadano, del feminismo, del movimiento gay, enseñantes y otros profesionales. Todo eso y más existe y cabe en Sí se puede. Había más espacio que ocupar, pero algunos antepusieron sus siglas y patrocinadores a formar parte de esta experiencia que, por cierto, amaga con extenderse al Archipiélago. Si a usted le parece poco sacar de la nada cinco concejales, e implantar agrupaciones en casi todos los municipios de la Isla, pues bien, es su opinión, pero debe ser bastante para quienes trabajan por la reconstrucción de la izquierda canaria. Tres concejales en Buenavista, con una media de edad de 22 años, son algo relevante para dicha tarea, aunque usted prefiera fijarse en Granadilla. Y es ahí donde mi perplejidad es total, ya que redime a lo que denomina izquierda comunista y nacionalista y grupos de ciudadanos, para criticar lo sucedido en este municipio.
Los que seguimos con asiduidad sus escritos sabemos que la ridiculización de todo lo que se mueve a la izquierda del PSOE es su tónica predilecta. Y permítame que le reconozca que, siendo yo un aludido, muchas veces me han hecho gracia los improperios que nos dedica. De tan satírica, hiriente y, sobre todo, árnica que es su crítica hacia todo fantasma que recorre o pudiera recorrer Tenerife, hasta provoca humor y eso es de agradecer. Pero, en fin, usted ha decidido redimir a sus muñecotes particulares y darles credibilidad y raciocinio, aunque sea para seguir criticando a todo lo que se mueve en la izquierda.
La casualidad electoral colocó a Sí se puede en una tesitura complicada en Granadilla y algunas personas de izquierda no entendieron que se optara por apear de la alcaldía al PSOE, llevando a cabo una experiencia de gobierno. La decisión no fue fácil, pero la cuestión está en observar si la izquierda debe seguir practicando estereotipos y aplicando etiquetajes infumables, o debe atender a los problemas reales de la gente real. Y lo real es que, quienes votaron a Sí se puede en Granadilla deseaban un cambio y no habrían entendido que, pudiéndolo hacer, no lo hicieran. Se antepuso el criterio de la gente del municipio. Se desalojó de la alcaldía al principal impulsor del puerto industrial. ¿O no es ese el deseo de cuatro años de movilizaciones? Hay personas a las que les duele este desalojo, pero más duelen 16 años de nepotismo. Suponer que el PSOE de Granadilla es una fuerza de izquierdas es mucho suponer. Formalizar un acuerdo sobre la base de la negativa al puerto industrial, a la regasificadora y favorable a un programa de actuación social y participativo, claramente ecológico, así como un compromiso para fiscalizar casos de corrupción -que ya está dando sus frutos- no es la revolución socialista, pero no está nada mal.
El tiempo dirá. Las críticas iniciales parecieron lógicas, pero los hechos están demostrando que, desde una perspectiva progresista, la decisión fue correcta, y si no, que se lo digan al presidente de la Autoridad Portuaria de Santa Cruz de Tenerife. En todo caso, lo que piensen los vecinos de Granadilla es relevante para Sí se puede y, desde luego, tiene más importancia que el hipotético espectro ideológico que, ahora, hábilmente usted redime del infierno literario.
Francisco Déniz Ramírez
Miembro de Alternativa Si Se Puede por Tenerife
Miembro de Alternativa Si Se Puede por Tenerife
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