miércoles, 5 de diciembre de 2007

Desalojo en el Barrio de El Toscal

La Policía Nacional desalojó ayer, en un operativo sorpresa, sin el menor incidente y nada más recibir la orden judicial, a siete jóvenes punkis que habitaban dos casas abandonadas en la calle de Las Tribulaciones, en El Toscal.
Y ahora, ¿a dónde vamos?", dijo uno de los punkis, con una cresta teñida, desalojados por la Policía Nacional. Brito Arceo, concejal de Turismo y del Distrito Centro, les ofreció la mediación de los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, una propuesta que recibieron con nulo interés. Algunos vecinos comentaban entre ellos que el hedor que salía de las casas era lo peor -"se había hecho insoportable"-, mientras presenciaban cómo los numerosos agentes de la Policía Nacional que habían llegado de repente en cinco patrullas y varias motos a eso de las 10 de la mañana acordonaban el estrecho tramo de la calle Tribulaciones que desemboca en la calle de La Rosa, en el barrio de El Toscal.
La operación se efectuó inmediatamente después de que la Policía Nacional recibiera la orden judicial de desalojo de las dos casas terreras abandonadas, una en la misma esquina con la calle de La Rosa y otra pocos metros más arriba. Los dos okupas que se encontraban en la primera vivienda estaban despiertos cuando irrumpieron los agentes, no así los otros cinco que dormían en el interior de la segunda. La noche anterior, según explicaron, habían celebrado una fiesta. Fuentes del operativo manifestaron que los dos inmuebles estaban llenos de basura. El propio Brito Arceo lamentó las pésimas condiciones en las que vivían los okupas -"se me partió el alma cuando vi aquello"-, en medio de desperdicios regados por todos lados, sin agua, sin luz y rodeados de perros y roedores.
La denuncia partió de los vecinos de la zona, que no soportaban el mal olor que emanaba de las dos casas. Se pusieron en contacto con la concejalía del Distrito Centro y Brito Arceo les explicó que el Ayuntamiento no podía hacer nada más que apoyarlos y buscar a los propietarios. Les aconsejó que elevaran sus quejas a la justicia y finalmente fueron los propios propietarios los que elevaron la denuncia hará unos cinco meses. Los vecinos aclararon que los jóvenes punkis, la mayoría veinteañeros con acento canario o peninsular, no protagonizaron ningún escándalo, pero que tampoco destacaban precisamente por organizar actividades sociales, razón que estos colectivos esgrimen siempre para justificar la toma de casas sin permiso de nadie. "Más bien hacían fiestas dentro y se limitaban a vivir en unas condiciones nefastas", relató un comerciante de la zona. El concejal del Distrito Centro quiso puntualizar que el comportamiento de los desokupados fue "muy correcto". "No ofrecieron ninguna resistencia ni nada por el estilo. Leyeron la orden judicial, se llevaron lo que pudieron y se fueron de allí", dijo Arceo. Tampoco los okupas ocultaron sus actividades. De hecho, en la fachada de la casa que hace esquina con la calle de La Rosa escribieron "Centro Social Okupado" y en la que estaba más arriba se leía "La Peluka, espacio liberado". Los agentes les permitieron llevarse de dentro lo imprescindible -mochilas en las que metieron a toda prisa todas sus pertenencias- y ahora tendrán que pedir un permiso al juez para poder recoger todo lo demás. Una vez que los jóvenes ya lo habían cogido todo, los policías procedieron -como manda la orden judicial- a precintar los accesos a las dos viviendas, que seguirán abandonadas y descuidadas en pleno corazón de El Toscal.
El Ayuntamiento capitalino cree que muchos de los punkis que se alojaban en las dos viviendas acudirán a al menos otras dos localizadas muy cerca, en el mismo casco histórico de Santa Cruz. Ya hay dos expedientes abiertos y el consistorio está procediendo de la misma manera que los de la calle de Las Tribulaciones: busca a los propietarios y aconseja a los vecinos que recurran a la vía judicial. Los asentamientos okupas en El Toscal se han venido produciendo sobre todo hace poco más de un año y despertaron muchos comentarios entre los vecinos. Algunos decían ayer que el olor a marihuana que venía del interior de las casas era a veces "llamativo". El colectivo eligió esta zona de la ciudad por el importante número de casas terreras abandonadas. Los okupas reivindican el uso de casas vacías para vivir y organizar en ellas actividades para la comunidad. Algunos colectivos, sobre todo en Madrid y Barcelona, sí protagonizan una importante actividad. Estos de Santa Cruz no brillaban precisamente por esta faceta.

Fuente: La Opinión de Tenerife

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